Cuando en 2023 se batieron todos los récords de temperaturas, Naciones Unidas encontró una forma de llamar la atención frente a la crisis climática: el planeta está entrando en ebullición global, donde los efectos del cambio climático van a ser más extremos. Aunque es una metáfora del exceso de energía en la atmósfera y los océanos, es un toque de atención ante el calentamiento global.
Calentamiento Global
La capa de ozono es una de las defensas imprescindibles para la vida en el planeta. Existe una familia de gases, conocidos como clorofluorocarbonos (CFC) y utilizados en refrigerantes y aerosoles, que son un peligro para ella. Desde 2020, el tamaño del agujero de esta capa cada vez es más pequeño. Y fue gracias a un acuerdo internacional firmado en 1987 por casi todos los países del mundo.
Según los expertos de Naciones Unidas, el cambio climático supone la alteración de la composición de la atmósfera global que causa múltiples consecuencias negativas para la naturaleza y la vida. La humanidad sabe bien a qué se refieren, porque ya está aquí en forma de desertificación, subida del nivel del mar o de temperaturas extremas. En este contexto, es esencial actuar con más decisión, más recursos y de manera más rápida para mitigar su impacto en favor de la sostenibilidad del planeta.
A rebufo de la pandemia del covid-19, cada vez son más las voces autorizadas que advierten sobre el peligro potencial de que alguna especie de hongo se convierta en la próxima plaga que ponga en jaque a la humanidad. Una alarma fundamentada en un cúmulo de factores encabezados por el calentamiento global.
El calentamiento global es resultado del aumento del efecto invernadero. El concepto comenzó a investigarse en el siglo XIX, ganó popularidad en las décadas de 1960 y 1970 y desde entonces se ha expandido no solo por universidades y organismos públicos de todo el mundo, sino en las preocupaciones —y las experiencias— de cada vez más habitantes del planeta. Hoy se confirma como uno de los mayores desafíos de la civilización humana.
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Solo hay un camino para evitar los efectos más devastadores del cambio climático: avanzar a marchas forzadas hacia una sociedad baja en carbono que deje atrás los combustibles fósiles y apueste por el desarrollo de las energías renovables, la bioenergía, el transporte sostenible y la reducción de la deforestación.
Las olas de calor son eventos prolongados en el tiempo con temperaturas excepcionales. A nivel internacional, no hay una definición común, varían dependiendo de cada país o cada institución, y no están definidas solo por lo que marcan los termómetros.
Casi la totalidad de la población mundial respira un aire perjudicial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Gases de efecto invernadero como los clorofluorocarbonos, el dióxido de carbono (CO2) o el metano, y contaminantes en el aire como los aerosoles y el monóxido de carbono afectan a la salud de las personas y del planeta.
El científico, profesor y botánico, Stefano Mancuso, ha compartido en este nuevo capítulo de Aprendemos Juntos 2030 su pasión por la naturaleza y su dedicación para comprender el mundo a través de ella. Para Mancuso, las plantas cuentan con sistemas sensoriales más sofisticados, lo que las convierte en una solución esencial para campos como la salud, la sostenibilidad y la tecnología.
Una ola de calor es un periodo prolongado, de entre 3 y 5 días durante el cual, la temperatura tiene un valor anormalmente alto. Lo mas importante de la ola de calor, es la anomalía, la diferencia con respecto al clima habitual. Sin embargo, las temperaturas siguen subiendo de forma sistemática año tras año.
El ahorro energético beneficia a todos y si bien el uso de los electrodomésticos en el hogar son los que generan más gasto en el consumo eléctrico, existen maneras para reducirlo y consumir la energía de forma responsable y eficiente.
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¡Arranca la tercera temporada de los podcast de OpenMind! En este programa analizamos un concepto fundamental en la lucha por salvar nuestro planeta: la neutralidad climática. ¿Qué es? ¿Cómo podemos alcanzarla?
Cocinar, desplazarse y calentarse en la Antártida significa habitualmente quemar combustible, lo que genera el llamado carbono negro. Al mezclarse con la nieve, este hollín la oscurece y hace que se caliente más deprisa.
Vamos a viajar a 2050, a un mundo que celebra el fin de la descarbonización, que es más sostenible y limpio. Hoy todavía es una utopía. Varios expertos dibujan cómo sería vivir en la Tierra si actuáramos ya: clima más estable, más hielo en el Ártico y un aire más limpio que supondría, entre otras cosas, la reducción de ingresos hospitalarios por contaminación.
La lista de fenómenos climáticos, económicos y sociales que ya desencadena el cambio climático es llamativa. Los estudios científicos más exhaustivos, como los de las Naciones Unidas, coinciden en que irán a mucho peor si la actividad humana no cambia de raíz para frenar el calentamiento global del planeta.
El cambio climático es una realidad incuestionable con consecuencias tangibles en la Tierra, por lo que la sostenibilidad juega un papel clave para revertir los efectos. El calentamiento global provocado por la actividad del ser humano se percibe por las fluctuaciones de las estaciones, que ya no son lo que eran. Así lo considera Carlos Briones, doctor en Ciencias Químicas e investigador del Centro de Astrobiología, organismo dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, INTA, asociado al Programa de Astrobiología de la NASA.
Las consecuencias del cambio climático y el compromiso que las administraciones, las empresas y la sociedad en general han adquirido con el medioambiente, han hecho que en los últimos años surjan diferentes términos que ya conforman todo un glosario enmarcado dentro de la sostenibilidad. La huella de carbono es uno de ellos.
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