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El sello para distinguir las edificaciones sostenibles: así funciona la certificación VERDE

La certificación VERDE (Valoración de Eficiencia de Referencia de Edificios) analiza el emplazamiento de una construcción, la circularidad y calidad de los materiales, su eficiencia energética, el aislamiento acústico o los espacios verdes que la rodean. El sello pone nota a la sostenibilidad medioambiental, social y económica de un edificio.

En la localidad madrileña de Guadalix de la Sierra, una vivienda con nombre propio destaca sobre las demás. Se trata de Casa Sophia, una casa unifamiliar de 260 metros cuadrados que se encuentra en la lista de los edificios más sostenibles de España. Casa Sophia es un ejemplo de arquitectura bioclimática, está construida con materiales de bajo impacto medioambiental y fue diseñada para tener una repercusión positiva en el bienestar de las personas que la habitan.

La construcción, que se utiliza como laboratorio para comprobar el impacto de este tipo de viviendas en nuestra salud y en la del planeta, ha obtenido la puntuación más alta hasta el momento de la certificación VERDE, un sello que evalúa los edificios teniendo en cuenta los tres grandes pilares de la sostenibilidad: el medioambiental, el social y el económico.

¿Qué es la certificación VERDE?

La certificación VERDE (Valoración de Eficiencia de Referencia de Edificios) es un estándar emitido por el Green Building Council España (GBCE, una asociación fundada por agentes del sector de la edificación en 2009) que demuestra que un determinado edificio ha pasado por un riguroso proceso para validar su sostenibilidad.

“Se trata de un certificado voluntario que analiza todos los aspectos relacionados con la sostenibilidad ambiental, social y económica de un edificio”, explica Yolanda del Rey, responsable de Certificación de GBCE. “Analiza todo tipo de aspectos, desde el emplazamiento de la construcción hasta todos los servicios con los que cuenta, pasando por la circularidad y la calidad de los materiales con los que fue construido”.

El sello se basa en las normativas de sostenibilidad vigentes tanto en España como en la Unión Europea (UE). Por lo tanto, adapta sus criterios a los que rigen el marco Level(s), que establece indicadores básicos de sostenibilidad para edificios residenciales y de oficinas o la taxonomía europea, el sistema de clasificación establecido por la UE para determinar si una actividad económica puede ser considerada sostenible.

A la hora de certificar un edificio, el equipo de GBCE tiene en cuenta cinco grandes áreas de evaluación: la que tiene que ver con la gestión del proceso, la que tiene en cuenta la gestión del entorno y las que valoran la sostenibilidad ambiental, social y económica. “Nuestra certificación VERDE da porcentajes de cumplimiento hasta llegar a un 100 %. Hasta ahora, utilizábamos una puntuación que iba de una a cinco hojas, pero para los nuevos certificados hemos hecho la equivalencia a bronce, plata, oro y platino. Dependiendo del porcentaje que se obtenga, se obtendrá una mayor valoración y una medalla de más categoría”, explica del Rey.

“Uno de los requisitos es que los edificios obtengan un porcentaje mínimo en cada una de las cinco áreas que analizamos, porque nuestro objetivo es que no se deje nada sin trabajar. Un edificio que sea muy eficiente energéticamente, pero que no cuente con materiales circulares, por ejemplo, no podrá recibir una buena puntuación. Queremos que se llegue a un mínimo en todos los aspectos”, añade la responsable de Certificación de GBCE.

¿Cómo es una vivienda con certificado VERDE?

Las características que convierten una construcción en una edificación VERDE dependen de numerosos factores, como su tipología o el lugar en el que esté ubicada. No obstante, hay aspectos clave que pueden inclinar la balanza y determinar la sostenibilidad.

“Una vivienda que esté más cerca de un centro urbano puede obtener una mayor puntuación que otra que esté más alejada”, ejemplifica del Rey. “Esto hará más probable que no se necesite el coche para ir al trabajo o que se pueda utilizar el transporte público. Además, si se vive cerca de farmacias, colegios o lugares para hacer ejercicio, no es necesario desplazarse para acceder a ese tipo de servicios”.

También se valora que la vivienda esté bien aislada acústicamente, que pueda ventilarse con facilidad, que disponga de un lugar para guardar una bicicleta o que esté rodeada de espacios verdes. Todos estos aspectos tienen un impacto positivo en la salud de las personas que habitan la vivienda. Tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud en su informe ‘Urban green spaces and health’, el acceso a espacios verdes como parques urbanos es clave para promover la salud física y mental: invitan a realizar ejercicio físico, reducen el estrés y disminuyen los niveles de contaminantes, de ruido y de calor excesivo.

En los últimos años, numerosos estudios e informes resaltan la idea de que salud, vivienda y espacios verdes están unidos. Una de las teorías que más han llamado la atención es la propuesta por el profesor y urbanista neerlandés Cecil Konijnendijk. Su regla 3-30-300 sostiene que, para gozar de salud y bienestar, todas las personas deberían ver al menos tres árboles desde su ventana, vivir en un barrio con al menos un 30 % de cobertura vegetal y tener su hogar a menos de 300 metros de un espacio verde como un parque.

Entre los aspectos relacionados con la sostenibilidad medioambiental que analiza la certificación VERDE destacan los ligados a la eficiencia energética, el uso de energías renovables o la utilización de materiales respetuosos con el entorno. “Muchas veces, cuando buscamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), nos centramos en los aparatos de climatización, pero es muy importante recordar que la mayoría de las emisiones que se generan cuando construimos un edificio derivan de la fabricación de los materiales. Por lo tanto, la elección de los materiales es clave para reducir los niveles de contaminación y frenar el cambio climático”, señala del Rey.

Una nueva generación VERDE

A mediados de 2024, el GBCE contaba con unos 380 edificios certificados como VERDE en España. Uno de los más conocidos es casa Sophia: la vivienda sirve como referente para construir y diseñar nuevas construcciones sostenibles y crear un parque de viviendas más respetuosas con el entorno y con sus habitantes.

De acuerdo con del Rey, el avance de la regulación y la creciente concienciación con el cuidado del medioambiente están propiciando que cada vez más personas busquen viviendas más sostenibles.

“Todos los problemas que estamos viendo en relación con el cambio climático nos indican que algo está cambiando, que algo está pasando. Los edificios sostenibles reducen nuestro impacto sobre el planeta, y por ello cada vez hay más gente concienciada, cree que construir de esta manera es lo correcto y que es hacia dónde tenemos que ir”, señala del Rey.