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La calificación energética de los electrodomésticos

Impulsada por el Plan de Naciones Unidas para el medioambiente (PNUMA) y promovida por la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la calificación de los aparatos electrodomésticos tiene como beneficio el ahorro energético y la reducción del impacto medioambiental durante el uso de estos dispositivos. Dependiendo del país, el contenido y la imagen de las etiquetas varía.

Las etiquetas energéticas de los electrodomésticos guían al usuario para que la eficiencia energética en el consumo (y por lo tanto el ahorro en la factura y la protección medioambiental) sea un criterio claro a la hora de adquirir y usar cualquiera de estos aparatos. Por lo tanto, es importante entender ese código antes de elegir qué comprar. El compromiso adquirido por los países para hacer del planeta un lugar más sostenible, ha llevado a que la implantación del etiquetado de eficiencia energética en los electrodomésticos se promueva cada vez más.

Las etiquetas energéticas

Algunos de los países que ya disponen de este distintivo:

  1. Chile

  2. Canadá

  3. Estados Unidos

  4. China

  5. Australia

Por ejemplo, la categorización energética en la Unión Europea en la actualidad despliega siete niveles de eficiencia cada uno con su letra y un código de color. La máxima eficiencia es A+++ y le corresponde el verde oscuro. Sigue la A++, verde claro; A+, verde aún más claro; A (a secas, sin ningún +), amarillo; B, naranja claro; C, naranja oscuro; y finalmente D, rojo.

Como se ve, la variedad de ‘Aes’ y su gradación puede inducir a error si el comprador no está bien informado. Por ejemplo, al ver una A+ es fácil pensar que corresponde a una eficiencia máxima si no se sabe que por encima existen otras dos clasificaciones con mayor eficiencia.A +, A++ y A+++ se reservan para la mayor eficiencia energética, A y B para el consumo moderado y C y D al alto consumo.

Pero esta calificación cambiará a partir del 1 de marzo de 2021, dando paso a una escala más clara y sencilla de la A a la G, de mayor a menor eficiencia. Esto quiere decir que durante un tiempo convivirá este nuevo etiquetado con el anterior y los consumidores necesitarán entender los dos ‘lenguajes’ mientras se usen simultáneamente.

La secuencia simple de A a G se impondrá progresivamente, aunque con matices: de momento los electrodomésticos más eficientes se incluirán en la clase B, mientras que la nota A se reservará para encajar futuros aparatos más evolucionados y con mejor eficiencia que la máxima actual. Es decir, que en las primeras fases del cambio de etiquetado no habría electrodomésticos coronados con una A.

Hasta el 1 de marzo de 2021, ambas etiquetas han convivido con el objetivo de que los consumidores que hayan adquirido un electrodoméstico en los meses previos a esa fecha puedan entender el cambio.

Información de valor añadido

La UE también ha aprobado modelos distintos de etiquetado según los aparatos (televisores, frigoríficos, lavadoras, lavadoras-secadoras, lámparas, bombillas, etc.) y que todos los electrodomésticos incluyan un código QR con información complementaria sobre cada dispositivo para facilitar la decisión de compra.

Tanto en tiendas físicas como ‘online’, la totalidad de los electrodomésticos deberán incluir datos genéricos como el nombre del proveedor, el identificador del modelo de producto, la clasificación energética y la escala de eficiencia de la A a la G. Y además podrán añadir otras informaciones útiles como el nivel de ruido que producen, el consumo de agua y el gasto energético.

Además en la nueva etiqueta el consumidor verá más clara la escala de eficiencia de la A a la G junto con el código de color. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España pone el ejemplo de una lavadora, cuya etiqueta incluirá pictogramas con el ruido del centrifugado medido en decibelios, el tiempo de emisión de ruido (en este caso, de la A hasta D), la capacidad de carga, la estimación de consumo anual de energía (en kilovatios hora para 100 ciclos de lavado) además de la propia clasificación de eficiencia energética, el mencionado código QR y el grupo en el que está clasificado el producto.

Sin prisa pero sin pausa

La UE tiene prevista una transición por fases entre los dos modelos de clasificación y etiquetado. En principio afectará a frigoríficos, lavavajillas, lavadoras y lavadoras-secadoras. En septiembre de 2021 y siempre que la pandemia no retrase el calendario, debería ser el turno de bombillas y lámparas, en 2022 el de las secadoras y los aires acondicionados. El resto de electrodomésticos, incluidas estufas y calderas, tendrán más tiempo de adaptación, con el 2 de agosto de 2030 como fecha tope.

Serán nuevas paradas de un camino que empezó en 1995 con la implantación de la etiqueta energética en la UE para que los consumidores encontrarán mejores productos, tanto para su economía como para la salud medioambiental, en menos tiempo y con información controlada.

De hecho, en 2019 se creó un registro de productos para que los estados de la UE puedan garantizar que los cálculos de eficiencia energética corresponden a los declarados por los fabricantes. Ahora llega el turno de un nuevo etiquetado más fácil de comprender y que deja las puertas abiertas a las eficiencias tecnológicas que traerá el futuro.

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