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Los vehículos autónomos, preparados para apoyar la agricultura

El campo no es ajeno a la innovación y cada vez más los datos y las herramientas digitales son protagonistas en siembras y cosechas. La robótica y la inteligencia artificial van tomando la delantera en forma de tractores autónomos, vehículos sin necesidad de conductor. ¿Qué puede significar este salto tecnológico para la agricultura?

Los vehículos autónomos, preparados para apoyar la agricultura

El histórico fabricante de maquinaria agrícola John Deere ha presentado lo que puede ser un hito en su sector. Se trata del tractor Deere 8R, el primero de su clase que funciona de forma 100% autónoma, sin necesidad de conductor. Un salto tecnológico que está empezando a dar sus primeros pasos. “Estamos hablando de robots, porque son vehículos que pueden moverse de forma autónoma. Para que esto suceda deben tener la información subida a su sistema para saber por dónde moverse o que cuenten con sensores que les permitan ir escaneando por dónde van actuando. Incluso una mezcla de ambas cosas”, explica Jesús Gil Ribes, catedrático de la Universidad de Córdoba y director del Centro de Mecanización y Tecnología Rural de la misma universidad.

Este tipo de vehículos pueden actuar de forma totalmente autónoma, tomando sus propias decisiones para arar, sembrar e incluso sortear los obstáculos; o bien a partir de indicaciones remotas. En este caso el agricultor maneja las operaciones a distancia a través de un dispositivo informático. Su llegada a los campos puede suponer, entre otras muchas cosas, un aumento de la productividad. “Pueden funcionar las 24 horas sin descanso los 365 días del año”, señala Javier García Ramos, catedrático en el Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural de la Universidad de Zaragoza. “Este tipo de tractores darán mucha más versatilidad a las explotaciones agrícolas y garantizarán trabajar de una forma repetitiva, eliminando el sesgo humano en las acciones y con muchos menos fallos”, explica.

Este tipo de vehículos, por ejemplo, podrían ser la respuesta para evitar accidentes fatales en el campo. Según datos de la aseguradora Mapfre, en la última década en España (2010-2019) han fallecido cada año 88 personas de media en accidentes relacionados con un tractor. La mayoría de ellas eran los propios conductores, que fallecieron al volcar el vehículo. Su media de edad era mayor de 60 años.

Los vehículos autónomos, preparados para apoyar la agricultura

Cuándo llegarán los tractores autónomos

Aún no hay fechas para que John Deere empiece a comercializar sus tractores autónomos, pero todo indica que podrían verse en acción en los campos de Estados Unidos a finales de 2022. Al mismo tiempo se desarrollan diferentes proyectos de investigación relativos a la automatización de estos vehículos y nacen ‘startups’ orientadas al mismo propósito.

Pero no en todos los países podrán adoptarse tan rápido estos nuevos tractores. En España, por ejemplo, la normativa no permite la circulación de vehículos autónomos o aquellos en los que el conductor puede soltar el volante. Lo mismo sucede en el campo, de momento no están permitidos los tractores sin cabina ni conductor. Aunque esto podría cambiar, sobre todo en el caso de vehículos de carretera, con la aprobación de la nueva Ley de Seguridad Vial.

Al mismo tiempo, el tipo de explotación agrícola en España puede no ser la adecuada para este tipo de tractores, ya que no hay grandes explotaciones estandarizadas y sí muchos terrenos con obstáculos. “Sería difícil de ver, por ahora, un tractor autónomo de estas características, con tanta potencia y caballos, en un campo de cítricos, un viñedo o un olivar. Están más enfocados para grandes extensiones, como los maizales de Estados Unidos”, señala Gil.

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La respuesta del campo está en la innovación

La innovación y la digitalización del sector agrario, según comentan ambos expertos consultados, tiene, antes de la llegada de los tractores autónomos, otras tareas pendientes. Una de ellas es afianzar la tecnología de recogida de datos y avanzar en la llamada agricultura de precisión. Se trata de conocer, con datos y herramientas tecnológicas como drones, los tipos de suelo y sus necesidades, el tipo de cultivo y los factores externos que actúan sobre el campo.

Una vez recogidos los datos se realizan las distintas tareas (limpieza, siembra, cosecha) con mucha más información, lo que conlleva más productividad, sostenibilidad y menos errores en el campo. “Considero más importante extender la agricultura de precisión o agricultura 4.0 y avanzar en el trabajo con datos en la nube. Más tarde ya llegará el momento de ver máquinas sin conductor”, indica Ramos. Gil, por su parte, apuesta por una sólida relación entre la investigación universitaria y el sector privado, algo que echa en falta.

Ambos expertos coinciden, eso sí, en que la digitalización y la innovación, en forma de tractores autónomos, inteligencia artificial, datos o Internet de las cosas, son la respuesta que necesita el campo. “Los agricultores pequeños que no se actualicen se van a quedar fuera del mercado. Pero la digitalización es una oportunidad para que aquellas explotaciones rentables y viables atraigan a las nuevas generaciones. La gente joven verá el campo mucho más atractivo. Si perciben que el campo está ligado a la tecnología que ellos usan habitualmente, puede que se queden o se trasladen a vivir”, señala Ramos.