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Parques ecoturísticos en el mundo, propuesta de conservación y economía sostenible

Los parques ecoturísticos nacen de la alianza entre asociaciones ambientalistas y comunidades locales para defender el patrimonio natural, pero al mismo tiempo se abren a un turismo de bajo impacto que permita financiar la conservación del negocio y de la naturaleza. La fórmula sostenible de los parques ecoturísticos está calando en Latinoamérica.

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Los parques ecoturísticos son espacios naturales donde lograr esa ansiada conexión con el mundo natural. Estos sirven para descargar la presión urbana, con actividades turísticas como un simple paseo o salidas para observar flora y fauna, por ejemplo.

A menudo suelen ser tan pequeños como necesarios para la conservación de un territorio. De hecho, son las propias comunidades locales quienes los protegen y promocionan su encanto y su valor ecológico. "En cada ciudad es posible encontrar reductos de vida silvestre, bosques y áreas naturales que hay que preservar. El objetivo es evitar que el crecimiento de la población o el supuesto desarrollo les arrollen". Así lo escriben, a cuatro manos, Fanny Reyes, de la Secretaría de Infraestructura del Estado Zulia (Venezuela), y Lenín Cardozo, directivo de la Fundación Azul Ambientalistas, en el artículo 'Cómo hacer Parques Ecoturísticos... Un Paso a Paso'.

De hecho, Cardozo estuvo detrás de la creación, en 2012, del parque Tierra de Sueños-Capitán Chico y sus 92 hectáreas de bosque de manglares costeros. Este se ha convertido en un pulmón verde de Maracaibo y primer parque ecoturístico en el Estado Zulia y cuenta con un doble valor dado su contexto. Por un lado, el degradado entorno de la zona por la actividad industrial y petrolífera. Por otro, la importancia del ecosistema de manglares en el equilibrio y la biodiversidad.

"Miles de visitantes han recorrido los 800 metros del Puente Rojo, entre túneles de mangle negro, blanco, rojo y botoncillo", describe Fanny Reyes en otro artículo. De hecho, la región venezolana tiene una gran tradición en este tipo de entornos, que ya son más de 20 y se unen a otras iniciativas de turismo respetuoso con el patrimonio natural en el mundo.

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Los ecoparques, un modelo que deja huella

"He desarrollado 14 ecoparques" alrededor de cuevas, islas y ríos, desiertos de dunas, montañas y "cualquier entorno susceptible de necesitar protección", describe Cardozo. ¿Cómo lo lograba? Los voluntarios de Azul Ambientalistas se presentaban en la comunidad local y exponían sus planes en reuniones convocadas a la caída de la tarde, cuando los vecinos volvían de sus quehaceres. De muchas de aquellas asambleas salían con "la partida de nacimiento de un nuevo ecoparque". Es como Cardozo llama a la declaración oficial firmada por los asistentes, que de esa forma respaldaban y hacían suyo el proyecto.

A partir de ahí, se instalaban unos mínimos carteles para señalizar la entrada y un entramado de senderos interpretativos que se recorren de la mano de ecoguías. Quizás unos pasamanos o sencillos puentes de madera para salvar obstáculos. Alrededor del proyecto pueden crecer iniciativas de venta de gastronomía local o artesanía, que pueden contribuir a financiar el conjunto.

Naturaleza vecina de la urbe

"Un parque ecoturístico es una estrategia, más que un concepto como tal, para preservar áreas que sean vulneradas o muy frágiles por su cercanía a centros urbanos o a cualquier desarrollo que tenga la tentación de tocarlas, invadirlas, tomarlas", insiste Cardozo desde su residencia actual en Toronto (Canadá), a través de una curiosa entrevista por WhatsApp con preguntas por escrito y respuestas en mensajes de voz. La fórmula caló en Venezuela y en otros países sobre todo en Latinoamérica, afirma el experto.

Por ejemplo, el parque ecoturístico Santuario Chiquito es una iniciativa campesina de conservación en Páramo de Guerrero, departamento de Cundinamarca, Colombia, a algo menos de 70 kilómetros de Bogotá. Un entorno natural muy particular, con alturas entre los 2.850 y los 3.912 metros, una gran recarga hídrica gracias a sus bosques de niebla y épicos paisajes con cascadas, lagunas, acantilados, flora y fauna de páramo.

En este mismo país existen, además, seis ecoparques dependientes de la Corporación Autónoma Regional y de Desarrollo Sostenible (CAR), una de las autoridades ambientales colombianas: Embalse del Neusa y Río Neusa (en el municipio de Cogua), Embalse El Hato (en Carmen de Carupa), Laguna del Cacique Guatavita (en Sesquilé), Puente Sopó (en Sopó) y parque Juan Pablo II (en Chiquinquirá).

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Los parques ecoturísticos, un medio alternativo

En 1998, los exploradores de Alltournative se encontraron con Pac Chen, una comunidad de 20 familias muy pobres inmersa en la selva de la Riviera Maya (México). Sus habitantes estaban a punto de firmar un convenio maderero que afectaría a más de 2.000 hectáreas de su hábitat. Como alternativa, la empresa les propuso asociarse para desarrollar un proyecto ecoturístico que ha contribuido, según informa, a preservar bellezas naturales como la laguna Mojarras y el cenote Jaguar.

Bajo esta misma fórmula de colaboración con poblaciones mayas, que siguen siendo dueñas de la tierra, ha abierto cuatro Native Park en Tulum, Playa del Carmen, Yucatán y Puerto Morelos, con actividades calculadas para una presión turística controlada como 'snorkel', 'rappel', 'kayak', tirolesa, recorrer zonas arqueológicas o visitar cenotes.

Los parques ecoturísticos también aspiran a poner coto a parte de la expansiva mancha urbana de Ciudad de México. El Parque Ejidal San Nicolás Totolapan se inauguró en 1998 a modo de santuario de unas 1.900 hectáreas de bosque templado frío. Los Dínamos, con su ruta de más de 12 kilómetros de bosques y montañas y el impetuoso río Magdalena, pone en el mapa a Santa María Magdalena Atlitic, barrio de la capital mexicana. Y el parque San Bernabé Ocotepec ha sido posible gracias a la lucha de sus vecinos para conservar sus densos bosques de pino y oyamel.