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Carece de branquias pero es un animal acuático. El fotógrafo submarino Rafael Fernández creció en una gran ciudad, lejos del mar, pero sus juguetes infantiles eran gafas, tubo y aletas. De la mano de su padre, también fotógrafo submarino, comenzó a bucear a los 7 años y a los 16 hizo su primera inmersión con una cámara de fotos. “Eso cambió mi manera de ver el fondo marino”, reconoce.