Cuánto dinero necesito para independizarme

La independencia de los jóvenes se convierte en una asignatura pendiente casi eterna en el caso de España. La dura crisis de los últimos años y las ofertas de empleo con bajas retribuciones, junto a la falta de ayudas como ocurre en otros países, dificulta dar el paso para asumir el día a día al margen del paraguas de los padres.
El cálculo de la necesidad del dinero dependerá muy mucho de la zona en la que cada uno resida, de las necesidades que se precisen acometer y, como es lógico, del nivel de ingresos recurrentes que se tienen. La comparación entre lo disponible y lo que se tiene que pagar delimitará en gran medida ese dinero necesario.
Según los últimos informes de Eurostat, la media de edad de emancipación de los jóvenes españoles se sitúa cerca de los 29 años, una franja de edad en la que se ha podido consolidar, en el mejor de los casos, cierta estabilidad laboral y con unos ingresos que se presuponen fijos para poder adquirir o alquilar una vivienda.
Pero a todos los gastos de la compra o arrendamiento de una casa, el joven que pretende emanciparse debe calibrar el resto de los gastos que tendrá que hacer frente. Desde los más necesarios (como luz, agua, calefacción, etc.) hasta los más habituales como son los derivados de la manutención.
La oficina estadística comunitaria Eurostat sitúa a los jóvenes españoles a la cola entre los europeos que afrontan su emancipación. En contraposición, los países nórdicos ofrecen la cifra de jóvenes emancipados a una edad más joven. Desde los menos de 20 años en Suecia, hasta los 22 años en Finlandia.
Esa enorme brecha se puede deber a las ayudas existentes en esos otros países para los jóvenes a partir de los 16 años. En el caso de España, el Gobierno ofrece un programa de ayudas para alquiler de vivienda para personas con escasos recursos, por lo que tampoco se destina de manera exclusiva para menores de 30 años.
Eso sí, la ayuda puede llegar a ser de hasta el 40% de la renta anual que se paga en concepto de alquiler con un límite de 2.400 euros anuales por vivienda y un plazo máximo de 12 meses prorrogables por periodos de la misma duración, hasta que finaliza el programa.
Algunas comunidades autónomas también ofrecen algunos programas de ayuda, que se ven complementadas por las ofertadas por algunas fundaciones. Eso sí, el alquiler mensual suele rondar los 600 euros mensuales, que deben tenerse en cuenta en función de los ingresos que se perciban.
Pero si no es posible acceder a las distintas ayudas, algunas en camino de extinción, lo más lógico es plantearse el compartir un piso con otras personas. Los ingresos de todos ellos permitirá tanto el pago de alquiler como hacer frente a los gastos diarios que conlleva vivir bajo el hogar de los padres.
De esta manera, los gastos no deben dispararse pero el pago de los mismos se consigue dividir. En este sentido, los jóvenes que se plantean su emancipación deberían estudiar con atención algunas cuentas específicas que varios bancos ofrecen para ese perfil del cliente que asume en solitario, o al menos al margen de los padres, su futuro vital y, cómo no, económico.