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Big Data 22 sep 2015

Digitalización, Big Data y seguridad de los datos financieros

En la llamada Sociedad de la Información se generan una cantidad de datos, de los que, muchas veces ni siquiera somos conscientes. Vivimos en un mundo digitalizado, en el que todos nuestros movimientos van dejando huella: por dónde hemos pasado, qué hemos comprado o dónde lo hemos hecho.

Aunque a veces podemos alarmarnos al escuchar conceptos como digitalización, big data y la seguridad de los datos financieros, lo cierto es que están ahí para facilitar todos los avances de los que disfrutamos en nuestro día a día.

Es cierto que muchas veces no somos conscientes de los datos que generamos o la huella que dejamos. ¿Un ejemplo? Ya es posible saber cuántos usuarios de smartphones están conectados a una antena de telefonía móvil; incluso, si estos usuarios son extranjeros, podríamos saber de qué países son, pero sólo la compañía propietaria de los datos tiene acceso a la información personal de cada uno de ellos.

Datos personales y datos desectructurados, la clave del Big Data

El Big Data se encarga de procesar cantidades inmensas de datos que provienen de diferentes fuentes. De esta forma se pueden obtener patrones de comportamiento de las personas, pero también del flujo de actividad de una ciudad. Se cruzan datos de diferentes fuentes, también los financieros, que permiten obtener datos sobre el gasto medio, dónde se realizan dichas compras o los medios de pago que se utilizan para ello.

Para esto se deben utilizar medios de pago digitales, una tarjeta de crédito que transmite la información de compra a una entidad bancaria o un smartphone si se paga con la cartera electrónica que tiene asociada una tarjeta o una cuenta corriente. El efectivo no deja un rastro digital que pueda asociarse a estos datos que se generan.

Como en el caso anterior se generan datos en bruto, cabe destacar que, los datos personales que impliquen que DNI, nº de tarjeta, concepto de los gastos, etcétera, nunca serán revelados. Se conocen datos globales, que permiten saber que en un área determinada de la ciudad, el nivel de gasto en los meses de verano fue una cantidad concreta. Los datos personales además están protegidos por la LOPD y como tal tienen que ser custodiados por las entidades financieras.

El secreto bancario garantiza que aspectos tan sensibles como datos financieros de captaciones, inversiones o historial crediticio, sólo podrán ser accesibles por aquellas entidades que tienen una relación comercial con su cliente. Todo ello se encuentra regulado en la guía de la LOPD, que facilita la Agencia Española de Protección de Datos.

Por eso, el Big Data tiene que tratar con una cantidad de datos en bruto ingente que le permita, tratando dichos datos con varias bases de datos, ser capaz de sacar alguna conclusión que sea interesante. Esto va en función de las necesidades de cada empresa o institución. Por ejemplo, una ciudad podría utilizarlos para realizar una planificación más eficiente de los transportes urbanos o los equipamientos que necesita una determinada zona. Es lo que se trabaja en las llamadas smart cities, que utilizan el big data para mejorar los recursos disponibles para sus ciudadanos.

Seguridad y cifrado de los datos financieros

Cuando se realiza un pago con la tarjeta de crédito, ya sea en un comercio a pie de calle o través de internet, se intercambian una serie de datos entre la entidad financiera y el propio comercio. Además, se verifica la identidad del poseedor de la tarjeta a través de diferentes mecanismos como la petición del DNI, introducción del código PIN, código CCV, la verificación a través de un código enviado por SMS al teléfono del propietario, etc.

Asimismo, la información viaja cifrada entre el TPV o el ordenador y la entidad bancaria, por lo que en el improbable caso de que fuera interceptada por terceros no podrían acceder al contenido de las mismas. De esta forma, se aseguran las comunicaciones así como los datos que se transfieren.