Hacia una sociedad sin efectivo
El auge de los pagos móviles en China está eliminando casi por completo el efectivo de las calles y en Suecia tocar una moneda se ha vuelto una excepción. La desaparición del efectivo parece cada día más evidente pero aún queda un largo camino que recorrer.
Carteras móviles, monedas digitales, pagos ‘peer to peer’, códigos QR… las alternativas al dinero en efectivo proliferan, y cada vez tienen más importancia: según el World Payments Report 2018, las transacciones sin efectivo alcanzaron en 2016 los 482.600 millones de dólares, con un crecimiento medio anual en el periodo 2012-2016 del 9,8%.
Estas alzas no son solo consecuencia de la digitalización económica. En muchos países hay un claro impulso político para acabar con el efectivo, lo que permitiría, además de un ahorro de costes para los bancos centrales, luchar con más eficacia contra el blanqueo de dinero y la corrupción.
Pero acabar con un mecanismo —el dinero en efectivo— que la humanidad empezó a utilizar hace casi 3.000 años en Asia Menor no es sencillo, como se puso de manifiesto en dos ponencias sobre pagos digitales del reciente BBVA Open Summit.
Chris Skinner, el reputado experto en ‘fintech’, autor de varios libros al respecto, recalcó que algunas alternativas, como la implantación de microchips en la mano para fomentar el pago sin contacto, generan dudas en asuntos clave como la seguridad, ante posibles ‘hackeos’, y la privacidad. También se lamentó de que incluso en sociedades tan tecnificadas como Reino Unido se sigan usando cheques: “¿Cómo vamos a librarnos del efectivo si no somos capaces de librarnos de los cheques, que nos obligan a ir a un banco?”, exclamó.
En su opinión, China marca el camino, gracias en parte al empuje de grandes empresas como Ant Financial, considerada la mayor ‘fintech’ del mundo, y Tencent, propietaria de la aplicación WeChat, que usan 1.000 millones de personas. Pero, como explicó Skinner, también juega un papel fundamental su enorme poder demográfico —con la consiguiente creación de economías de escala— y el relativamente escaso peso de las estructuras financieras basadas en el efectivo, que sin embargo sí actúan como contrapeso en países de la Unión Europea y en Estados Unidos.
El caso de los países nórdicos
La otra gran referencia en los avances hacia una sociedad sin efectivo son los países escandinavos, y BBVA Open Summit contó con dos destacadas representantes de soluciones para pagos sin efectivo que están teniendo éxito en esos países.
De izquierda a derecha, Chris Skinner, Aditya Menon, Danielle Neben y Gunilla Garpas durante su intervención en el BBVA Open Summit.
“No he tocado dinero sueco en dos años”, dijo casi con orgullo al inicio de su intervención Gunilla Garpas, ejecutiva del banco Nordea Bank y responsable de su solución Swish, una plataforma de pagos P2P (‘peer to peer’) que ha contribuido en gran medida a la caída del uso del efectivo en Suecia (en el periodo 2009-2015 su circulación cayó un 25%). En su opinión, para que las alternativas digitales se impongan “es clave la asociación y la colaboración con los bancos”, además de adoptar estructuras flexibles, predispuestas al cambio y rápidas.
Por su parte, Danielle Neben, directora de marketing de la empresa finlandesa ePassi, el mayor proveedor de pagos móviles en los países nórdicos, explicó cómo a través de su acuerdo con Alipay (la plataforma de pagos de Ant Financial) han tenido un “enorme éxito con el turismo chino, un tipo de mercado emisor que interesa especialmente por su alto valor adquisitivo”. Esos visitantes pagan en Finlandia como en cualquier ciudad china, y tantas facilidades aumentan la facturación de los comercios. En España BBVA también tiene un acuerdo con Alipay para atender al turismo chino.
China marca el camino de los pagos sin efectivo, pero también ahí existen problemas por solucionar. Skinner comentó la paradoja de que en un mundo que avanza hacia la inclusión financiera se esté produciendo también el fenómeno inverso: la exclusión financiera de los que no acceden a la tecnología. “Doscientos millones de chinos no tienen móvil, y en algunos casos empiezan a tener problemas para pagar”, aseguró. Las sociedades del siglo XXI avanzan con buen ritmo hacia el fin del efectivo, pero de momento todavía necesitan unas cuantas monedas en los bolsillos.