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Deuda

Cuando se solicita un dinero al banco o se contrata un producto financiero hay que tener en cuenta que, a la hora de devolver el capital o de recuperar lo invertido, se añade una cantidad extra. Es lo que se denomina interés. Conocer este concepto es fundamental para mantener una buena salud financiera y no llevarse sorpresas a la hora de cumplir con las obligaciones contraídas o valorar la rentabilidad de una inversión.

Adquirir una vivienda implica hacer frente a una serie de gastos más allá del precio del inmueble: desde las escrituras, hasta el pago del IBI. En el camino a recorrer para lograr tener una casa en propiedad hay muchos aspectos legales e impositivos que hay que tener en cuenta. Para proteger la salud financiera, conviene saber de antemano cuáles son las paradas y qué peajes habrá que abonar. Lo mejor es ir despacio, dejándose asesorar y recurrir a los expertos si es necesario.

Hipotecar una casa es una de las decisiones más importantes que una persona asume a lo largo de su vida, por lo que es necesario dedicar tiempo a valorar con cuidado todas las opciones disponibles en el mercado. Y para tomar la mejor decisión es fundamental comprender una serie de conceptos clave que determinan la elección del tipo de hipoteca que mejor se adecua a nuestras necesidades.

Se entiende por morosidad el hecho de que un deudor incumpla sus obligaciones de pago en el momento temporal prefijado. A partir de ese momento, el deudor puede pasar a formar parte de un fichero o lista de morosos, siempre que se cumplan las condiciones establecidas por la ley para que esto suceda. Hacer frente a las deudas adquiridas es una de las cuestiones básicas para mantener una buena salud financiera.

Cuando se solicita un dinero al banco o se contrata un producto financiero hay que tener en cuenta que, a la hora de devolver el capital o de recuperar lo invertido, se añade una cantidad extra. Es lo que se denomina interés. Conocer este concepto es fundamental para mantener una buena salud financiera y no llevarse sorpresas a la hora de cumplir con las obligaciones contraídas o valorar la rentabilidad de una inversión.

El mercado inmobiliario español ha entrado claramente en una fase de desaceleración, sobre todo en lo que se refiere a la vivienda usada. El menor crecimiento económico, la subida de los tipos de interés y la reducción del ahorro acumulado durante la pandemia anuncian una reducción de la demanda de viviendas por parte de las familias en 2023. En este contexto, los analistas esperan un estancamiento de los precios, que se mantendrán en niveles similares a 2022 para volver a crecer moderadamente en 2024.