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Momentos de vida 30 sep 2015

Las etapas económicas de la vida y nuestra planificación financiera

La planificación de la economía doméstica y la gestión de nuestras finanzas personales va íntimamente ligada a las etapas económicas de la vida que vamos atravesando en cada momento. En función de la etapa en la que nos encontremos, deberemos planificar unas u otras acciones a considerar dentro de nuestros objetivos económicos y financieros.

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La vida tiene unas pautas relativamente estables para todos. El axioma biológico de nace, crece, se reproduce, se relaciona y muere tiene una extrapolación directa a nuestra economía personal, y la propia familia y resto de allegados son los que nos van a facilitar el aprendizaje y camino dentro de nuestra autonomía personal y financiera.

La etapa pre-financiera en la niñez

Desde que tenemos una corta edad, nuestros padres o tutores nos comienzan a imponer las reglas del valor de las cosas. Esta etapa es fundamental dentro de la educación financiera dado que es la primera toma de contacto del niño con el dinero, con su origen, con el valor de las cosas y con la necesidad de gastar racionalmente, así como ahorrar.

Cada niño tiene un aprendizaje distinto y no existe una regla estándar de aprendizaje de estos conceptos. Desde que se tienen unos pocos años, se va inculcando la necesidad de cuidar sus objetos, los objetos domésticos, se va evolucionando en la pequeña autonomía de la paga semanal cuando se crece y se comienza a gestionar un pequeño presupuesto.

Si desde pequeños somos capaces de inculcar el concepto del ahorro, el control en el gasto y la racionalización en las compras en función del poder adquisitivo de cada niño, vamos a adelantar mucho trabajo de educación financiera futura. La hucha de los hijos y el coste de sus golosinas, son factores que los niños con 8 – 10 años deben conocer y asumir, al igual que si manejan gastos o juegos mayores como excursiones, cines o parques de atracciones.

Adolescencia, estudios y el criterio de colaboración económica

El avance de los años genera que los hijos vayan creciendo y el coste de su educación y formación sea muy superior. Una vez que se ha terminado la ESO, enseñanza superior obligatoria, los hijos pueden seguir estudiando o decidir incorporarse al mercado laboral con 16 años.

En todo caso, el concepto de trabajo debe aparecer claramente en la educación de los hijos, ampliando esta concepción bien a los estudios, bien al proceso formativo a nivel profesional que se esté haciendo, bien al propio trabajo que pueda desempeñar el joven. En todos los casos, el concepto de colaboración y contribución económica por parte de los jóvenes debe entrar en juego como aspecto primordial dentro de la adquisición de responsabilidades.

Hoy en día se habla mucho de los ni-nis como los jóvenes que ni estudian ni trabajan. Esta figura dentro de la educación debe desaparecer plenamente y aunque la economía doméstica pueda soportar los gastos de la educación y sustento de los hijos, la contribución en el desarrollo de las actividades domésticas, los trabajos esporádicos o la colaboración en las empresas o negocios familiares son fórmulas que dan independencia, responsabilidad y enseñan a valorar el trabajo y la capacidad humana.

Antes o después estos hijos abandonarán el núcleo doméstico y su emancipación dará lugar al nacimiento de su propia economía doméstica, con sus ingresos, gastos y con su propio control financiero de su dinero.

El camino financiero en solitario

Desarrollar una economía y dotar de autonomía financiera nuestra vida es uno de los procesos más complicados a los que se enfrenta cualquier persona en su vida. Dentro de este bloque, debemos partir de unos cimientos fuertes, que nos deben haber inculcado nuestros padres y familia en nuestra educación anterior, pero tenemos que comenzar a tomar decisiones de gran calado.

  • Elegir el trabajo adecuado, mejorar y ascender en nuestra carrera profesional.
  • Primeras compras importantes, como el primer coche
  • Nuestra vida social, vacaciones, pareja…

Y como no, el planteamiento de la creación de una familia, la compra de una casa o incluso el planteamiento temprano y tardío de tener hijos. En todo este camino, nuestras finanzas personales pueden ser autosuficientes o bien, pueden necesitar de la ayuda de la familia o de la economía de nuestra pareja. Duro camino al que nos enfrentamos durante toda la vida.

El duro camino financiero de la vida

La vida no es un camino de rosas, tal y como decía el poeta y dentro de ella, podemos encontrarnos con multitud de situaciones que pueden romper los esquemas y planteamientos previstos. La pérdida del trabajo y enfrentarnos al desempleo, enfermedades que nos impidan desempeñar nuestra actividad laboral de manera normal, relaciones personales que se truncan o incluso objetivos y metas que se nos caen del camino por irrealizables en la mayoría de los casos.

El aspecto previsor es imprescindible y debemos siempre destinar un porcentaje de nuestros ingresos a estos imprevistos. No hay nadie que no haya tenido que afrontar un mal trago y que le haya supuesto un golpe financiero de mayor o menor cuantía. Si perdemos este colchón y no contamos con el soporte económico de seres queridos, nuestra estabilidad personal se puede ir por la borda en un abrir y cerrar de ojos.

El final del camino, el retiro final

La última etapa de la vida nos la encontramos al final de nuestra vida laboral. Se acabaron las obligaciones y nos enfrentamos al mayor lote de tiempo libre que hayamos tenido nunca. La planificación de la jubilación es una tarea complicada, dado que no sabemos a ciencia cierta los ingresos que vamos a tener en este punto.

El ahorro acumulado durante los años y la maximización de nuestros ingresos en este periodo deben ser el objetivo primordial. En esta línea, muchos jubilados prefieren acumular legado para sus descendientes antes que mantener una calidad de vida superior que les permita darse esos caprichos que por falta de tiempo o dinero no se han dado durante el resto de su vida.