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Ahorro 23 mar 2015

Regalos financieros para niños: más allá de la rentabilidad

En el regalo de productos financieros a menores, como en cualquier otra inversión, habrá que tener en cuenta aspectos también fiscales, pero especialmente relacionados con el plazo y las necesidades del menor, así como los de índole educativo. Veamos por un momento qué opciones tenemos.

El regalo financiero por excelencia: el dinero

Posiblemente, el dinero en efectivo sea el regalo financiero por excelencia, el más habitual en las familias españolas. Nos referimos a esos billetes entregados en ocasiones especiales, a esas propinas sueltas como recompensa por un tarea, etc. Cuenta con la ventaja de la inmediatez, de la facilidad, de la conexión directa entre la persona que regala y el menor, por supuesto siempre bajo el conocimiento de los padres y tutores. Los niños, en nuestra sociedad, empiezan pronto a intuir el valor del dinero como medio de cambio para conseguir lo que desean, y en este sentido la entrega de efectivo cumple su misión como obsequio.

Sin embargo, y más allá de que es difícil revestirlo de un aspecto más personal por parte del que realiza el regalo, salvo que hablemos de casos muy especiales, como el de las costumbres niponas del otoshidama o de los obsequios numismáticos, la entrega de dinero en efectivo tiene limitaciones inherentes: suele olvidarse pronto al no quedar registro, es poco educativo, y si no se materializa en otro producto financiero, el niño difícilmente aprenderá que el dinero, además de ser un medio de pago, nos permite ahorrar, invertirlo y obtener una rentabilidad.

En este sentido, muchos optan por, después de enseñarles el dinero, ingresarlo en su cuenta, dejando constancia de la persona que lo realiza.

Cuentas y planes de planes de ahorro para niños

Debemos recordar que el único que puede abrir una cuenta a un niño es aquel que tenga la patria potestad, es decir, los padres, tutores u otros representantes legales. Pero eso no quita para que en la misma pueda haber otros autorizados por los mismos (abuelos, hermanos, etc). Las cuentas de ahorro para niños (o planes de ahorro que no dejan de ser otra cosa que cuentas) se convierten en el primer paso de los menores en sus relaciones bancarias. Preguntemos a nuestro banco qué clase de cuentas para niños tienen, y veremos que suelen compartir una serie de características comunes:

  • Sin gastos de ningún tipo.
  • Permiten el ahorro sistemático mediante aportaciones regulares de la cuenta de los padres o de terceros a la misma de pequeñas cantidades.
  • Facilitan los ingresos extra que estábamos comentando.
  • Suelen ofrecer una remuneración superior a las cuentas ordinarias para adultos.
  • Cuentan con acciones promocionales dirigidas a sus titulares (sorteos, actividades, invitaciones, etc).

Aunque es posible que un niño cuente con otros productos financieros y no disponga de una cuenta propia a la que estén vinculados, usando en su defecto las de los padres, lo ideal es que disponga de la misma para simplificar los procesos. En esa cuenta se ahorraran cantidades para el día a día. Pero, y especialmente en momentos como los actuales con los intereses en mínimos, si queremos hablar de ahorro a largo plazo, de obtener alguna rentabilidad relevante, deberemos ir más allá.

Regalos financieros para el medio y largo plazo: acciones, obligaciones, fondos y seguros de ahorro

Efectivamente, si pensamos en un regalo financiero para el medio y largo plazo, podemos optar por un amplio abanico de opciones, especialmente si tenemos en cuenta que, cuando hablamos de niños, ese concepto de largo plazo suele serlo verdaderamente. Como mínimo, se suele fijar un horizonte cercano a su mayoría de edad e incluso superior, lo que nos permite apostar por inversiones y productos en los que el factor plazo diluya el riesgo y de paso nos dé un plus de rentabilidad.

Históricamente, no ha sido infrecuente que se regale a los niños acciones de grandes empresas, e incluso obligaciones a largo plazo, bien públicas o privadas. Sin perjuicio de su valor educativo, del potencial de rentabilidad de las primeras, o de la interesante remuneración estable de la segundas, pensemos que también tienen aspectos que debemos tener en cuenta y valorar para ver si nos interesan regalarlas a un menor:

  • En muchas ocasiones, le van a generar gastos (de mantenimiento, por operaciones de cobro de cupones o dividendos) que minoran la rentabilidad. En el caso de las acciones bancarias, esto se reduce mucho si se depositan precisamente en ese mismo banco.
  • Es posible que la fiscalidad, con las retenciones e integración de las rentas en la declaración de los padres, no sea la mejor de las opciones.
  • Nos puede obligar a prestar un seguimiento, una atención, para la que no estamos preparados o que no deseamos hacer.

Por ello, otra opción que podemos explorar es la de los fondos de inversión que, desde cantidades muy pequeñas, nos permiten acceder a interesantes ventajas fiscales y encontrar un mix de rentabilidad y riesgo en el que nos sintamos cómodos, especialmente teniendo en cuenta el plazo, el horizonte temporal de la inversión.

Ya sean títulos sueltos (acciones, obligaciones) o participaciones de fondos de inversión, podemos optar por aportar el dinero y que los compre el padre a nombre del niño (atención a la hora de cumplimentar las obligaciones MIFID en este caso), o bien donarle aquellos que nosotros tengamos en cartera. Si optamos por la donación, podemos hacer una plena o bien limitarnos a una donación de la propiedad, reservándonos nosotros el usufructo, temporal o vitalicio (lo que puede tener ventajas fiscales en Impuesto de Patrimonio, por ejemplo).

Un producto que debemos también considerar es el seguro de ahorro, precisamente al permitirnos cuadrar ese regalo con un plazo determinado (ese acceso a la Universidad, al Master, etc). Digamos que los seguros de ahorro vienen a cubrir esos plazos más largos que los depósitos bancarios no alcanzan.

Seguros de vida: los grandes olvidados

Pero si hablamos de seguros, no podemos olvidar el caso de los seguros de vida, puros y duros. Se trata de uno de los productos más olvidados en el mercado español y que, sin duda, es uno de los mejores regalos financieros que podemos hacer a un menor, especialmente si este depende económicamente de nosotros. En efecto, puede que tenga poco "glamour", pero designar al menor como beneficiario de nuestra póliza de seguro es una forma de "comprar" una ahorro para el pequeño que aún no nos ha dado tiempo a materializar, de asegurar un capital que le permitirá gozar de una tranquilidad financiera.

Con independencia de que contemos con seguros de empresa o asociados a otros productos financieros, la contratación de seguros de vida, o incluso de un mero seguro de accidentes, pensando específicamente en esos niños para los que queremos lo mejor, es una gran alternativa.