¿Cuánta energía consumen los electrodomésticos?
Saber el consumo que tienen los electrodomésticos de casa es clave para poder ahorrar en la factura de la luz. Sin embargo, muchos consumidores no conocen exactamente de qué elementos se compone dicho recibo. En este sentido, principalmente, cabe destacar dos principales: el número de kilovatios (kW) que tenemos contratados y la cantidad de kilovatios hora (kWh) que se han consumido en el hogar durante un periodo de tiempo determinado.

De acuerdo a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el consumo medio anual de una vivienda ronda los 10.000 kWh, lo que aproximadamente tiene un coste para la economía familiar de 1.000 euros.
En los aparatos eléctricos más modernos que se pueden encontrar en casa, como el frigorífico, el lavavajillas, la lavadora o el aire acondicionado, es posible encontrar una etiqueta de calificación energética que sirve para identificar, en base a diferentes niveles, su eficiencia energética. Por ejemplo, en la Unión Europea, aquellos que se enmarcan en la categoría A, B, C y D son los más eficientes, mientras que los que poseen la E y la F son los que menos. Adquirir electrodomésticos con una etiqueta A, aunque pueda suponer un desembolso económico inicial mayor, supone un consumo más eficiente y, en poco tiempo, el ahorro que generan en la factura de la luz hará que se conviertan en una inversión rentable.
Sin embargo, además del consumo, es importante conocer la potencia eléctrica de cada aparato que tenemos en casa, así como el tiempo promedio que hacemos uso de él. Por regla general, la nevera, junto al congelador, es uno de los que más consume, pudiendo superar de manera holgada los 600 kWh en un año. Esto es así porque es un electrodoméstico que está en constante uso. De este modo, comprar un frigorífico con una etiqueta energética A implica un considerable ahorro económico para cualquier familia. La televisión, la lavadora, la secadora o el lavavajillas, por su parte, suelen tener un consumo anual que ronda, de media, los 200 kWh.

La importancia de saber leer la factura eléctrica
Tal y como afirma la ‘Guía práctica de la energía para un consumo eficiente y responsable’, elaborada por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), uno de los mecanismos más eficaces al alcance de todos para ahorrar en el recibo de la luz es consultar la tarifa eléctrica que tenemos contratada para, posteriormente, revisar entre la diferente oferta que existe en el mercado hasta encontrar aquella que mejor se adapta a las circunstancias de cada familia y vivienda. En esta línea, existen multitud de comparadores de tarifas de luz en internet que, de manera gratuita, prestan una gran ayuda para identificar la que por consumo, discriminación horaria (con sus respectivas franjas punta y valle) y precio más puede convenir a nuestro bolsillo.
Por ejemplo, conociendo la potencia que está contratada en el inmueble será posible reducir el número de kW de acuerdo a nuestra necesidad de tener conectados a la corriente varios aparatos a la vez. De este modo, el importe del recibo de la luz será menor, aunque conviene tener presente que, si nos quedamos cortos a la hora de escoger la potencia contratada, estaremos expuestos a sufrir cortes en el suministro y apagones de manera habitual. Un electricista profesional puede prestarnos, en este sentido, un muy buen servicio para evitar equivocarnos.
En cualquier caso, si finalmente se toma la decisión de cambiar de compañía de la luz, es importante saber que se trata de un trámite gratuito y sencillo. Lo primero que hay que hacer es ponerse en contacto, a través del teléfono o de su página web, con la nueva empresa que deseamos contratar, donde les facilitaremos nuestros datos personales, así como la potencia eléctrica que tenemos en la actualidad, la tarifa que abonamos y el código universal del punto de suministro. Si todo marcha sin ninguna incidencia, ellos completarán el cambio y en un plazo de alrededor de dos semanas, estará todo hecho.
Algunas recomendaciones para reducir el consumo
En el día a día, adaptando los hábitos de consumo y racionalizando el uso que se da a los aparatos eléctricos, también es posible reducir la factura eléctrica de manera considerable. Además de apostar por los electrodomésticos con certificación energética A, realizar de manera constante algunos pequeños cambios hará que, a la larga, nuestra economía familiar lo agradezca.
Por ejemplo, algunas recomendaciones útiles y eficaces en este sentido son aprovechar el calor residual de la vitrocerámica, evitar abrir innecesariamente el horno para no perder el calor acumulado, adecuar el tiempo de calentamiento del microondas a la comida que se cocina o mantener el frigorífico en torno a los 5ºC y libre de hielo. En el caso de la lavadora y del lavavajillas, los programas eco y de corta duración consumen sensiblemente menos que el resto.
A nivel general, es importante no dejar más aparatos de los necesarios en 'stand by', porque, aunque en pequeña cantidad, siguen consumiendo energía. Si se tiene claro que no se va a utilizar uno de ellos hasta dentro de un tiempo prudencial, lo mejor es apagarlo hasta que se vuelva a usar.
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