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La Fundación BBVA premia a Elke Weber, pionera en introducir la psicología en el estudio del cambio climático

El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales se ha otorgado a la psicóloga estadounidense Elke Weber por sus investigaciones sobre “la toma de decisiones medioambientales y las respuestas humanas al cambio climático”. Weber fue la primera psicóloga en incorporarse al IPCC, grupo de expertos al que aportó los conocimientos de la teoría de la toma de decisiones.

Premio Fronteras del Conocimiento a Elke Weber por sus investigaciones sobre la toma de decisiones medioambientales y los factores que motivan la acción contra el cambio climático

Las investigaciones de esta catedrática de la Universidad de Princeton (EE UU) han mostrado cómo a la hora de tomar decisiones medioambientales los fenómenos climáticos extremos, como los huracanes o los incendios forestales, son más proclives a motivar la acción de las personas que el cambio climático como concepto general.

Además, Weber defiende que el miedo o la culpa por el cambio climático no mueven a la gente, ya que son emociones que las personas tienden a rechazar; y considera que tener una experiencia personal directa del impacto negativo del cambio climático tiene un efecto movilizador mucho mayor que el de las meras estadísticas sobre el fenómeno del calentamiento global.

El acta del jurado del Premio que concede anualmente la Fundación BBVA destaca que Weber “también es una influyente asesora de política ambiental y participa ampliamente en foros como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas”, en el que, de hecho, fue pionera al introducir por primera vez la psicología como un campo fundamental desde el que combatir este desafío ambiental en el año 2010.

Premio Fronteras del Conocimiento a Elke Weber por sus investigaciones sobre la toma de decisiones medioambientales y los factores que motivan la acción contra el cambio climático

Elke Weber, pionera en introducir la psicología en el estudio del cambio climático. - Fundación BBVA

Hasta entonces ningún experto del área de la psicología se había incorporado al IPCC. Weber fue la primera, en un equipo de miles de científicos: “Había más filósofos morales que psicólogos. En parte, se debía a que los economistas pensaban que sabían cómo las personas toman decisiones: de manera racional, y así no hacían falta psicólogos”, afirma la premiada.

De las finanzas al cambio climático

A mediados de los años ochenta del siglo pasado, la profesora Weber comenzó sus primeros trabajos en teoría de toma de decisiones e incertidumbre aplicada al mundo financiero. Posteriormente obtuvo su primera posición académica en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, donde el decano le encargó que uniera a todos los investigadores del campus que estuvieran trabajando sobre la toma de decisiones, independientemente de su campo de especialización.

En ese contexto organizó una serie de reuniones de trabajo de las que surgió estudio de campo sobre la percepción que los agricultores de la región tenían sobre el cambio climático. La encuesta descubrió que los agricultores que trataban de luchar contra los efectos que el cambio climático tenía sobre sus cosechas lo hacían o bien cambiando sus métodos de producción, o bien con medios financieros como seguros o pólizas de préstamo, o intentaban promover cambios en las legislaciones de sus localidades. “Resultó que la gente estaba haciendo una de esas tres cosas, pero no las tres juntas”, destaca Weber, de lo que resultó uno de sus primeros conceptos fundamentales, “el sesgo de la acción única”, la idea de que la combinación de las posibles estrategias es más eficaz que cada una de ellas por separado.

En esa época también llegó a la conclusión de que “en cierto sentido, el cambio climático es una tormenta perfecta. Todas las cosas que nos dificultan el comportamiento en otras situaciones, como no comer bien o no ahorrar lo suficiente para nuestra jubilación, están ahí con el cambio climático, en el sentido de que la acción es costosa ahora mismo y los beneficios de las acciones llegarán más tarde. Pero al menos con una alimentación sana y la inversión, las consecuencias vuelven a ti, a tu 'yo futuro'. Sin embargo, en el caso del cambio climático, la gente percibe que afectará a las generaciones futuras en lugares lejanos. Así que también hay un componente de acción colectiva. Y al mismo tiempo la atribución es mucho más difícil. Es una cuestión compleja y difícil de abordar desde un punto de vista científico”.

Los factores que más pueden movilizar la acción contra el cambio climático

La profesora Weber resume en tres ideas fundamentales su investigación sobre la percepción y la acción frente al cambio climático.

  • La primera de ellas es que el cambio climático no suscita tanto miedo como otros fenómenos extremos más concretos, “como los huracanes o los incendios forestales” y por tanto es menos probable que motive la acción sin una mayor intervención. “El cambio climático –desarrolla– es un fenómeno estadístico, y sabemos que a los humanos nos importan los relatos. Nos importan las historias. Nos importan las cosas que nos pasan personalmente”.
  • En segundo lugar, Weber introduce la esfera emocional: en su opinión, el relato pesimista de que se ha superado el punto de no retorno en la acción climática es contraproducente. Por el contrario, lo que según su investigación funciona para motivar a la gente a pasar a la acción son las emociones positivas. “En lugar de sentirte culpable porque eres parte del problema, te sientes orgulloso porque eres parte de la solución.
  • El tercero de los elementos que incorpora la investigación de Weber es el de la cercanía de la experiencia: para Weber, la forma más eficaz de concienciar a la gente es la experiencia personal. “Cuando ves que ocurre en tu patio trasero –destaca–, cuando ves que los huracanes se vuelven mucho más intensos y llegan cada dos semanas en lugar de dos por temporada... Creo que la experiencia personal es un maestro muy poderoso”.