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Pesca sin cabos: esperanza para las últimas ballenas francas

Las cuerdas que unen las boyas de superficie con las nasas para capturas en el fondo del océano en la pesca son causa de muerte de ballenas, tiburones y tortugas marinas, que quedan enredadas en ellas. La tecnología puede dar una tregua a especies en peligro de extinción y proporcionar beneficios.

Pesca sin cabos: Esperanza para las últimas ballenas francas

“Se calcula que unos 300.000 animales se enredan cada año en las artes de pesca”, cuenta a cámara Sharon Livermore, directora de conservación marina de IFAW (Fondo Internacional para el Bienestar Animal, según sus siglas en inglés) en este vídeo. En él reclama eliminar las cuerdas que unen las boyas, en superficie, con las trampas o nasas que reposan en el fondo del océano –como los que se utilizan en las pesquerías de langosta y cangrejo–, y que atraviesan, en vertical, la masa de agua como peligrosos obstáculos en el camino de ballenas, tiburones, tortugas y otras especies no comerciales.

La ballena franca, en peligro

“Si quitamos los cabos del agua, eliminamos los riesgos para las ballenas”, sentencia Livermore, refiriéndose en concreto a las ballenas francas. Esta especie habita las aguas del Atlántico Norte (noreste de Estados Unidos y este de Canadá) y están en peligro de extinción (apenas quedan 450 ejemplares).

Ellas son las principales víctimas de las artes de pesca fijas colocadas en sus rutas migratorias. Así que no es de extrañar que de esta parte del mundo venga, también, la solución: innovadores sistemas que incorporan un geolocalizador u otro dispositivo de rastreo digital a la propia nasa, de manera que ya no sean necesarias ni la boya ni las cuerdas.

Las tecnologías pueden variar, pero en esencia funcionan mediante la comunicación acústica entre un módem instalado en la trampa y otro montado en un barco o en una plataforma flotante. Así lo resume Ropeless Consortium, iniciativa internacional por las artes de pesca sin cabos lanzada en 2018 por la Institución Oceanográfica Woods Hole. “Para recuperar las capturas existen, también, varias fórmulas”, añade: las nasas suben ellas solas a superficie (como globos que se inflan), o lanzan a la superficie un carrete incorporado, del que no hay más que tirar para sacar las trampas; o el barco las va 'pescando' con cuerdas.

Enredos mortales

“De las ballenas francas cuya causa de muerte puede determinarse, todas, excepto las crías, mueren a causa de enredos con aparejos de pesca y colisiones con barcos”, subrayan en la Institución Oceanográfica Woods Hole. “Los enredos de artes de pesca representan actualmente el 82% de las muertes de ballenas francas documentadas, mientras que el 18 % restante son causadas por colisiones con barcos. Un 85% de todas estas ballenas tienen cicatrices por haberse enredado al menos una vez en sus vidas, y más de la mitad se han enredado dos o más veces”, informan.

Pesca sin cabos: Esperanza para las últimas ballenas francas

La respuesta corta a la pregunta de si una red sin cabos puede proteger a las especies más vulnerables y asegurar la sostenibilidad de la pesca es un sí mayúsculo. Como advierten Mark Baumgartner y Michael Moore (WHOI), y Tim Werner, Amy Knowlton y Scott Kraus (del Anderson Cabot Center for Ocean Life del New England Aquarium de Boston, en EE. UU.) en un artículo conjunto, “a medida que la población de ballenas francas disminuya, es casi seguro que la acción reguladora se volverá más restrictiva y, en última instancia, limitará la viabilidad económica de la industria pesquera”.

“Los enredos amenazan la supervivencia tanto de la especie como del sector –alertan–, tenemos una necesidad urgente de ayudar a ambos con nuevos enfoques de pesca”.

Tenerlo todo localizado

En el verano de 2019, EdgeTech, compañía de sistemas de imágenes de sonar de alta resolución y tecnología submarina, anunció su sistema de pesca sin cuerda desarrollado con la participación de pescadores. “La unidad puede desplegarse en profundidades de agua de hasta 500 metros, y manejar una carga de 500 libras (algo menos de 227 kilos) mientras permanece bajo el agua por un espacio máximo de un año, dos años con baterías de litio”, describieron sus creadores.

Los marineros de a bordo saben, en tiempo real, “la posición, duración de la batería, inclinación de la nasa y temperatura”, explica el fabricante. Una aplicación móvil completa la información registrando todos los datos de las ubicaciones de las trampas y las redes de arrastre en una carta marina, de manera que otros pescadores puedan acceder a ella, favoreciendo que todos tengan una idea de conjunto de la zona, y evitando que se coloquen unas trampas sobre otras.

Los expertos de Ropeless Consortium defienden que pescar sin cabos presenta beneficios económicos, como “la reducción de artes perdidas y de boyas estropeadas o destruidas”, o “la necesidad de menos material y mantenimiento”. Y recuerdan que otras medidas adoptadas a lo largo del tiempo, como prohibir pescar en determinadas épocas del año, o permitir la instalación de menos trampas de arrastre, “sin duda han ayudado, pero ninguna ha resuelto el problema”.

Demostrar las ventajas de los aparejos sin cuerda y vencer las reticencias de la industria es fundamental para que estas artes pesqueras más sostenibles y respetuosas con la biodiversidad marina se expandan. La IFAW está trabajando con el sector para avanzar en las pruebas piloto. Hay investigadores probando la tecnología con los pescadores de Massachusetts, y, más al norte, con los pescadores de langosta de Maine, también en Norteamérica. “El momento de ayudar a la ballena franca es ahora”, enfatizan desde Ropeless Consortium.