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¿Cómo deberán ser las casas en la UE para su alquiler o venta en 2030?

La Unión Europea propone que para 2030, los edificios destinados a venta o alquiler usen poca energía, estén alimentados por fuentes renovables tanto como sea posible y no provoquen directamente emisiones de dióxido de carbono (CO2). Además, todos los edificios de nueva construcción deberán ser neutros en emisiones contaminantes a partir de ese año.

El parque inmobiliario  de la UE se está quedando cada vez más obsoleto. Solo las nuevas construcciones alcanzan los estándares ideales de sostenibilidad. Se calcula que, en la actualidad, cerca del 75 % de los inmuebles de la Unión Europea no son eficientes desde el punto de vista energético. Sin embargo, hay unos objetivos sostenibles que cumplir antes de 2030 y la vivienda tiene mucha responsabilidad a la hora de conseguirlos.

Los edificios son un elemento importante en una ciudad y son responsables del 30% del consumo de energía final y de un tercio de las emisiones de CO2. El sector de la edificación supone el 40 % del consumo energético de toda Europa.

Por poner solo un ejemplo, en ciudades como Nueva York, el 79 % de las emisiones de gases contaminantes provienen de los edificios, mientras que un 21 % corresponde a los distintos medios de transporte. Los dos aspectos que definen lo que hoy es la eficiencia energética en la construcción son el ahorro de recursos energéticos y la reducción de contaminantes con impacto medioambiental.

Pero, ¿qué hacemos con los edificios ya construidos? La Unión Europea, a través de la segunda parte del paquete de medidas contra el cambio climático Fit for 55, que afectan a residencias, casas o apartamentos particulares, estableció que tendrían que contar con, al menos, la calificación F para 2030 y la letra E para 2033.

Esta normativa repercutiría en el certificado de eficiencia energética, puesto que sería obligatorio para las propiedades, ya sea para su venta o alquiler. A partir de 2030, momento en que esta medida entraría en vigor, no sería posible vender o alquilar inmuebles con baja calificación energética.

Sin embargo, después se ha sabido que finalmente la UE permitirá que los particulares decidan qué hacer con su vivienda, aunque consuman mucha energía. No obstante, para combatir el cambio climático, quiere impulsar la rehabilitación energética de aquellos edificios menos eficientes y lograr que para 2030 todas las viviendas tengan una letra F en el certificado energético.

Edificios de nueva construcción neutros en carbono

La Comisión ha acordado que a partir de 2030 todos los edificios nuevos sean neutros en emisiones de carbono. Para aprovechar el potencial de una acción más rápida en el sector público, todos los edificios públicos nuevos deben ser neutros en emisiones de carbono a la atmósfera a partir de 2027. Esto significa que los edificios deben usar poca energía, estar alimentados por fuentes renovables tanto como sea posible, no emitir directamente emisiones de carbono de combustibles fósiles y el certificado energético debe contemplar la eficiencia energética.

Pero el objetivo no se queda solo aquí: en 2050 debe serlo la totalidad del parque inmobiliario de la Unión Europea. Para que esto se materialice, se ha establecido una'hoja de ruta' para obligar a los Estados miembros a poner en marcha planes nacionales para reducir el uso de energía primaria de los edificios residenciales en un 16% a más tardar en 2030 y entre un 20 o 22% para 2035. Estas medidas deberán garantizar que al menos el 55% de esta reducción de emisiones procesa de la rehabilitación de los edificios más antiguos y, por ende, menos eficientes energéticamente.

En cuanto a los edificios no residenciales, el requisito es renovar el 16% de aquellos que se consideren menos eficientes como tarde en 2030, y el 26% para 2033.

¿Cómo deberán ser las casas en la UE para su alquiler o venta en 2030?

En España, por ejemplo, el Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia recoge un Plan de Rehabilitación de Vivienda y Regeneración Urbana con cerca de 7.000 millones de euros de inversión que permitirá la rehabilitación de unas 50.000 viviendas.

Cerca del 45 % de los edificios en España son anteriores a 1980. Esta cifra se eleva hasta el 50 % en el caso de los edificios de uso residencial. A su vez, se estima que alrededor de un millón de viviendas están en estado deficiente, malo o ruinoso. Asimismo, si se analiza la calidad de los edificios existentes a partir de las calificaciones energéticas, se observa que más del 81 % de los edificios se sitúan en las letras E, F o G, en términos de emisiones, aumentando ese porcentaje hasta el 84,5 % de los edificios en el caso del consumo energético, lo que pone de manifiesto el importante potencial de la rehabilitación energética.

Miguel Angel Ajuriaguerra, profesor del Grado de Fundamentos de la Arquitectura en el Área de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid no ve factible que se rehabilite todo el parque inmobiliario español, “ya que muchas viviendas no tienen certificado energético y el de las que lo tienen es tan bajo que realizar obras para obtener algo tipo C o B requiere una inversión considerable en la propia vivienda y en la comunidad de propietarios por las zonas comunes y estructurales”.

Para este experto, el problema de desacuerdo entre los vecinos es clave. “Muchos propietarios no van a poder afrontar los costes de rehabilitación, sobre todo si se incluye estructura, instalaciones, cerramientos de fachada y cubierta. Eso, sin contar con los costes que cada vivienda necesite para mejorar”.

El precio varía en función de lo que necesite la vivienda y la comunidad. Lo primero es analizar el estado del edificio. “Por mi experiencia, una obra muy simple y que mejore mínimamente las condiciones de habitabilidad y consumo no suele bajar de 20.000 euros en una vivienda normal de dos o tres habitaciones”.

Sin embargo, realizarlas con el único objetivo de mejorar la eficiencia energética presenta numerosos beneficios:

  • Favorece el ahorro económico: una rehabilitación térmica media se puede amortizar en cinco años.
  • Mejora el confort y el bienestar de los usuarios.
  • Reduce las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero.
  • Ayuda a eliminar las condensaciones.
  • Mejora el aislamiento acústico.
  • Añade valor al edificio.

No cabe duda de que, aunque la UE no lo considere todavía obligatorio, es necesario que los ciudadanos sean conscientes de la necesidad de rehabilitar sus viviendas para cumplir con los objetivos de sostenibilidad. Las ayudas prometen ser suficientes y aunque no haga falta llegar a conseguir el estándar de una casa pasiva, la renovación será más que necesaria.

'Podcast': Casas pasivas: comodidad unida a ahorro de energía

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