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¿Está el futuro de la minería en obtener metales del interior de los volcanes apagados?

Un equipo de expertos ha puesto sobre la mesa la posibilidad de conseguir metales valiosos de dentro de los volcanes apagados haciendo prospecciones a unos dos kilómetros de profundidad. La idea es extraer cobre, oro, zinc, plata o litio de una manera más sostenible. Llega la minería verde.

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Jonathan David Blundy es profesor de investigación de la Royal Society en la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Oxford y profesor honorario de la Universidad de Bristol, una auténtica eminencia en el mundo de la geología y en la investigación sobre el comportamiento de los volcanes. Blundy destaca por sus avances en la comprensión de cómo se generan los magmas en la corteza y el manto terrestre. También de los procesos que tienen lugar en los volcanes antes de que entren en erupción. Su catálogo investigador es extensísimo. Además, ha colaborado con sus homólogos de las mejores universidades del mundo. Lo que dice Blundy tiene un gran eco en la comunidad científica de todo el planeta.

Un equipo de científicos de la Universidad de Oxford, encabezado por él, ha demostrado que es posible extraer directamente metales valiosos de fluidos salinos calientes atrapados en rocas porosas a profundidades de unos dos kilómetros por debajo de volcanes inactivos. Proponen este enfoque radical de minería verde para proporcionar metales esenciales para un futuro impacto cero (cobre, oro, zinc, plata y litio) de forma sostenible.

Blundy lo ha explicado así: “Llegar a ese impacto cero supondrá una demanda sin precedentes de recursos metálicos naturales, demanda que el reciclaje por sí solo no puede satisfacer. Tenemos que pensar en formas sostenibles y de bajo consumo energético para extraer los metales del suelo. Los volcanes son un objetivo obvio y omnipresente".

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Para entender la importancia de su demostración y propuesta hay que saber que la minería de estos metales tiene un gran impacto en el medioambiente. “Por ejemplo, para obtener cobre hay que mover millones de toneladas de tierra y se generan muchas balsas de ácidos. Lo que Blundy propone es investigar sistemas volcánicos apagados y llegar a unos dos kilómetros de profundidad donde tenemos agua con cosas en disolución a altas temperaturas. Si estamos seguros de que eso es así, ¿por qué no hacer sondeos de exploración para extraer fluidos hidrotermales?”, explica Carlos Galé, geólogo e investigador en vulcanología. El experto asegura que este método de extracción tendría dos consecuencias claras. La primera es la posibilidad de obtención de energía geotérmica que se podría aprovechar. La segunda es la obtención de los metales que llevan esos fluidos y que son metales muy demandados como el zinc, el plomo, el cobre o el litio –este último es fundamental para la construcción de paneles solares y baterías–.

“Las soluciones hidrotermales (que están a grandes profundidades) tienen una concentración muy alta de minerales. Son unas fuentes muy ricas. Además, con este sistema no habría que separar la mena (material natural del que se pueden extraer minerales) de la ganga (la parte de la mena que, por carecer de valor económico o ser demasiado costoso su aprovechamiento, se descarta al obtener un concentrado de minerales), es decir, el procesado posterior para obtener el elemento de refinado es mucho menor”, añade el geólogo.

Muchos de los depósitos de metales que se utilizan actualmente son los restos de una antigua actividad volcánica que se solidificó hace mucho tiempo. Durante la erupción, los volcanes expulsan a la superficie una solución concentrada caliente que contiene cobre, zinc, litio, plata y oro, como está ocurriendo precisamente ahora con el volcán de La Palma. Algunos metales eventualmente se liberan a la atmósfera, pero otros permanecen en el suelo, se enfrían con el tiempo y forman depósitos.

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Este proceso que el vulcanólogo británico considera como una posibilidad muy factible de obtener minerales de forma sostenible es lo que se conoce como minería verde, un movimiento impulsado desde EE. UU. sobre todo a través de una población eminentemente joven, y que propone que los procesos de la minería sean más sostenibles y no se tengan que mover toneladas de tierra ni se gasten cantidades ingentes de agua (la minería tradicional siempre ha ido asociada a un gran gasto de agua).

Este tipo de minería se basa en la eficiencia en el uso de materiales, el agua y la energía, minimizando el impacto ambiental negativo y asegurando la trazabilidad de los recursos obtenidos para su correcto aprovechamiento, además de cuidar su correcto encaje dentro de la comunidad en la que desempeña su actividad. “Todos queremos vivir bien. Nos gusta tener un ordenador nuevo y un teléfono móvil último modelo. Tenemos que entender que muchos de los componentes de esos dispositivos salen de una mina y, en muchos casos, los minerales los obtienen niños trabajando”, dice Carlos Galé. Por eso, si queremos seguir contando con ellos nos toca como sociedad pensar en alternativas para obtener los materiales cuyo origen sea realmente sostenible, justo y humanitario.