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Cómo usar cremas solares y ser sostenibles: protege tu piel sin dañar el medioambiente

Las cremas solares con las que nos protegemos llenan las aguas del mar y los ríos de sustancias contaminantes que afectan a sus ecosistemas. No podemos dejar de usarlas, así que la clave está en reformularlas y en usar envases que no dañen el medioambiente.

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Estamos en plena temporada de cremas solares. El calor aprieta y las playas y piscinas están repletas de personas que quieren proteger su piel del sol. El objetivo último de tumbarse en la toalla o en una butaca es el de broncearse, el de conseguir una piel tostada y un aspecto más saludable. Sin embargo, el bronceado es la respuesta que da nuestro organismo al daño producido por los rayos solares.

Las cremas protectoras son imprescindibles para cuidar nuestra salud frente a la aparición de quemaduras, manchas y, en el peor de los casos, el melanoma. Este agresivo cáncer de piel está aumentando en los países desarrollados debido en gran medida a motivos estéticos y al tan ansiado bronceado.

Pero nos encontramos con que los filtros solares pertenecen al grupo de los denominados contaminantes emergentes, es decir, aquellos que aún no están incluidos en la legislación, pero que no son sostenibles, no solo por la cantidad de sustancias químicas que dejan en el agua, también por los envases que se utilizan para ponerlos en el mercado.

¿Qué hacemos entonces? Parece que estos productos que sirven para proteger nuestra salud perjudican seriamente el medioambiente. La solución no está ni en dejar de usarlos ni en prescindir de tomar el sol, ya que es una de las grandes fuentes de vitamina D que recibe nuestro cuerpo y es necesaria.

Entre los contaminantes emergentes se encuentran los fármacos, los productos de aseo personal y, cómo no, las cremas solares. Tal como advierten los informes de instituciones como la Water Joint Programming Initiatives, la Unión Europea o la UNESCO, el uso cada vez mayor de sustancias químicas ha hecho que la presencia de estos contaminantes en el agua esté aumentando día a día.

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Presencia de filtros químicos en la cadena alimentaria

Estas sustancias entran en contacto con el agua del mar, la de los ríos o los pantanos a través de las personas que se bañan impregnadas de protector solar. Una vez en el agua, estos contaminantes pueden ser muy nocivos para la flora y la fauna. Este estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Universidad de Florencia (Italia) constata la presencia de filtros solares (o filtros UV) químicos en diferentes niveles de la cadena alimentaria o trófica: algas, moluscos, peces o mamíferos.

Una investigación del CSIC indica que algunos filtros UV han llegado incluso a transferirse a los huevos de las aves silvestres de Doñana. Otra de ellas ha analizado el efecto de los protectores solares sobre el medio una vez liberados al mar. El estudio, publicado en la revista Environmental Science and Technology, recoge la potencialidad tóxica de estos productos para la vida marina. “Las cremas solares son una solución eficiente ante los daños que provoca la radiación ultravioleta sobre la piel. Sin embargo, parte de estos cosméticos son liberados al mar durante el baño, reaccionan con la radiación ultravioleta de la luz solar y generan un fuerte agente oxidante, el peróxido de hidrógeno, que resulta dañino para las microalgas marinas”, explica a la agencia SINC el investigador del CSIC Antonio Tovar, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía.

“En base a los análisis químicos realizados, el consumo medio de cremas solares por bañista y los datos turísticos locales se estima, de manera conservadora, que durante un día de verano en una playa de Mallorca se pueden verter al mar 4 kg. de nanopartículas de dióxido de titanio procedentes de los protectores”, señaló a la agencia SINC David Sánchez, investigador del CSIC en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados.

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Productos naturales y biodegradables

Sin embargo, prohibirlos es complicado. La cantidad de beneficios y aplicaciones que tienen hace difícil que desaparezcan del mercado. Por eso, desde la comunidad científica se apuesta más por un cambio de formulaciones, fabricando productos más naturales y biodegradables. Ya existen en el mercado algunas alternativas. Suelen tener un precio algo más elevado, pero merece la pena optar por ellas, así como por productos con envases de lata, de cartón, reciclables o de cristal. Las sombrillas, toldos, las prendas de vestir y las gorras y sombreros ayudarán también a hacer el resto.

Desde la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y la Universidad de Málaga, dermatólogos y biólogos han desarrollado un algoritmo que combina información geográfica, meteorológica y dermatológica con el objetivo de ofrecer información a quien lo desee sobre cuánto tiempo puede estar al sol sin dañar su piel. UV-DERMA es una herramienta informativa que ofrece consejos para la prevención del cáncer de piel con información meteorológica a tiempo real sobre los niveles de radiación ultravioleta solar incidente en la localidad del punto informativo donde se encuentre la persona con su móvil. Todos los consejos de fotoprotección se dan en función de los diferentes fototipos cutáneos, es decir, en función de la capacidad de la piel para responder a la radiación ultravioleta (UV).

En 2018 el parlamento de Hawai aprobó un proyecto de ley que prohibía la venta de productos que tuviesen entre sus ingredientes la oxibenzona y octilmetoxicinamato, dos productos químicos habituales en las cremas solares que tienen impactos dañinos y significativos tanto en el medioambiente marino como en los ecosistemas.