La descarbonización en España: fomentar el uso de renovables y lograr una movilidad urbana más eficiente

El Gobierno de España y los sectores industriales, energéticos y financieros se encuentran enfocados en mitigar las emisiones y avanzar en una descarbonización de la economía. Esto es, “reducir de manera sustancial las emisiones de CO2 que producimos por nuestra actividad diaria, ya sea en actividades industriales o personales, para lograr emisiones netas nulas”, en palabras de Diego Rodríguez, catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro de la Comisión de Expertos para la Transición Energética.

En mayo de 2021 se aprobó la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que en consonancia con el Pacto Verde Europeo y el Acuerdo de París, marca un camino claro: un objetivo vinculante para la UE en 2030 de, al menos, un 55% menos de emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990. Para 2050, el plan es más ambicioso: convertir Europa en una región de emisiones netas cero de CO2. La Estrategia a Largo Plazo para una Economía Española Moderna, Competitiva y Climáticamente Neutra en 2050 (ELP 2050), también contempla la descarbonización del sector energético en España, la electrificación del transporte, la digitalización de la economía, así como la inclusión social y laboral. El Gobierno estima que, tras las inversiones públicas y privadas, la creación de nuevos empleos a consecuencia del desarrollo de la descarbonización rondaría los 500.000 puestos de trabajo.

Una de las claves para alcanzar los objetivos de 2030, según Rodríguez, pasa por que todas las actividades cuenten con fuentes renovables de energía como motor de sus procesos y que los costes finales se adecúen a los resultados. “La descarbonización implica cambios en las actividades y en las actitudes. Pero también implica costes de transición, no es un cambio que salga gratis. La cuestión de fondo es cómo apoyar ese proceso sin cometer errores y sin que se produzcan inversiones y costes no deseados”.

Energía: más eficientes y más renovables

El sector energético es clave para llevar a cabo la descarbonización en España. La expansión de las plantas eólicas, solares y fotovoltaicas es una realidad en España y el sector de las energías renovables está tecnológicamente preparado. En 2020, el 44% del total de la energía generada fue verde, con 110.566 gigavatios hora (GWh), un 12,9% más que en el año anterior, según datos de Red Eléctrica de España (REE). Además, las energías renovables ya suman el 54% del total del parque energético en España. “La descarbonización de la electricidad no representa un gran problema. Los objetivos son alcanzables gracias a las inversiones que van a llevarse a cabo en las plantas. Incluso, con las actuales condiciones, el despliegue de las renovables para alcanzar los objetivos es real”, apunta Rodríguez.

En la agenda española de descarbonización para 2030 también se menciona al gas. Como se espera que suceda con el combustible de los automóviles, lo deseable es que esta fuente fósil vaya perdiendo presencia en nuestro día a día para ser sustituido paulatinamente por fuentes renovables.

Otro aspecto clave para avanzar hacia la neutralidad en las emisiones es la eficiencia energética. Los planes de España contemplan este escenario y el Gobierno ha informado que destinará en rehabilitación de viviendas unos 5.800 millones de los 72.000 millones que recibirá de los fondos europeos para la Recuperación Económica. Podría parecer un tema menor, pero aislar y adecuar las viviendas más antiguas es clave para no derrochar energía y disminuir la factura energética de los hogares, que representa el 20% del consumo total en España, según datos recogidos por ECODES.

Los retos del transporte: movilidad urbana y logística

Junto con el sector energético, el transporte y la movilidad son los más maduros tecnológicamente para afrontar la descarbonización. Aunque muy dependiente de los combustibles fósiles, la movilidad sostenible en las ciudades es posible gracias a la electricidad (coches y autobuses, trenes de cercanías, etc) y a través de otros medios como la bicicleta o patinetes. Los coches que no utilizan combustibles fósiles representan en España aproximadamente el 2,6% del total de las ventas, según la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC). Pero su presencia aumenta: en el pasado mes de junio se matricularon un 226,8% más que en el mismo mes de 2020.

Aun así, queda el reto tecnológico de aumentar la autonomía de los coches eléctricos y ampliar la red de puntos de recarga. Una solución aún no madura pasa también por el uso del hidrógeno como fuente de movilidad. Aunque el talón de Aquiles de la movilidad en España está en la movilidad de media y larga distancia. “Hay que hacer cambios estructurales, no es necesario volar a Salamanca y Valladolid desde Madrid. Hay alternativas y deben potenciarse” apuntan desde Greenpeace.

La descarbonización del transporte de mercancías y la logística es el otro caballo de batalla del sector. Dejar de depender de los combustibles fósiles y apostar por la energía eléctrica renovable, por ejemplo, en el sector marítimo, es hoy muy difícil. Sí existen iniciativas para que la cadena de valor de los productos transportados, como agroalimentarios y textiles, tenga su propio plan de descarbonización. Desde el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas se trabaja en proyectos de emisiones cero en las cadenas de valor globales. Pero como señalan desde Greenpeace, queda mucho por hacer. “Ahora mismo es clave el impuesto de CO2 en las fronteras. Aquellos productos que proceden de contextos en los que la cadena de valor emite mucho CO2 deberían incorporar en su precio el carbono utilizado en el transporte,” indican.

El sector financiero y la descarbonización

El sector financiero no es ajeno a los procesos de descarbonización. Desde 2019 más de 30 entidades financieras, entre las que se encuentra BBVA, se unieron al Compromiso Colectivo de la Acción para el Clima, con el fin de favorecer mediante su actividad de financiación, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el largo plazo alineándose así con el Acuerdo de París y los Principios de Banca Responsable promovidos por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI).

Además, el sector financiero ha aprobado en los últimos años regirse por los informes sobre los riesgos y oportunidades del cambio climático de acuerdo al estándar del Grupo de Trabajo de Divulgaciones Financieras sobre el Clima (TCFD, Task Force Climate-related Financial Disclosure, en sus siglas en inglés). Este tipo de informes refleja los progresos en materia de sostenibilidad.

Igualmente, en 2020 BBVA consiguió que su actividad directa ofreciera al final del año un resultado de cero emisiones de carbono. Lo logró gracias a la reducción de emisiones y a la compensación en siete proyectos globales de reducción de CO2. En emisiones indirectas -las realizadas por los clientes- recientemente el banco ha fijado objetivos intermedios para descarbonizar su cartera en cuatro industrias intensivas en emisiones de CO2. Anteriormente, BBVA ya anunció que dejará de financiar el carbón en 2030 en los países desarrollados y en 2040 en el resto. El objetivo: alcanzar las cero emisiones netas en 2050.

Detalle de los objetivos de descarbonización de BBVA